Como anillo al dedo nos calza la segunda conferencia de la Escuela de Directores de la AINEP para comenzar un nuevo año escolar con la mirada puesta en el éxito de nuestros centros educativos.

El 12 de septiembre, José Gabriel Miralles nos invitará a identificar las claves para avanzar estratégicamente en nuestros proyectos educativos. Un paso fundamental, nos dice, es asegurar el diálogo estratégico, no solo en la escuela, sino incluso en el aula.

Y esa es la base del modelo Líder en Mi que aplican hoy cerca de 7 mil escuelas en el mundo (siete en la República Dominicana). No puede haber contradicción entre lo estratégico y lo cotidiano: este enfoque es necesario para que la excelencia suceda.

En una entrevista concedida a la AINEP, el coautor del best seller “Las 4 Disciplinas de la Ejecución”, socio fundador y presidente Franklin Covey LATAN, fundador y CEO de Greatness Center afirma que “en un salón de clase, este enfoque puede empoderar a todos los estudiantes y liberar el entusiasmo y compromiso de todos con los logros previamente acordados”. 

La estrategia, nos dice Miralles, supone elegir y renunciar a “abarcarlo todo”.

¿De qué manera podemos aplicar “Las 4 disciplinas de la ejecución” en las organizaciones educativas?

Las organizaciones educativas pueden beneficiarse enormemente de este enfoque. En primer lugar, hay que recordar que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Por lo tanto, la clave está en enfocarnos en las pocas cosas que harán la diferencia.

Por otro lado, el fijar mediciones orienta a un enfoque de resultados, versus en enfoque de actividades. La disciplina permite potenciar la energía y maximizar los resultados al definir las pocas acciones que, hechas consistentemente, moverán la meta en la dirección adecuada. En el libro hablamos del “Convincente Tablero de Resultados” como herramienta que genera la motivación y asegura la presencia continua de los compromisos mutuos hechos al fijar la “Meta Crucialmente Importante” y las “Mediciones de Predicción”.  La rendición de cuentas impulsa la responsabilidad, el reconocimiento y el aprendizaje continuo. Para un centro educativo, este enfoque puede ayudar a alcanzar con excelencia los resultados que más importan, incluso con recursos limitados. 

En un salón de clases, este enfoque puede empoderar a todos los estudiantes y liberar el entusiasmo y compromiso de todos con los logros previamente acordados. Esto, a propósito, es el mismo enfoque que los estudiantes necesitarán para ser exitosos en su futuro ambiente universitario y de trabajo.

Aunque lo que ocurre en todo el centro educativo impacta profundamente al estudiante, el aula permite al educador hacer una diferencia profunda y positiva en el futuro del estudiante. Esta influencia puede, y debe, ir más allá de los aprendizajes académicos. 

En cada interacción hay una oportunidad de ayudar al estudiante a construir su autoconfianza, dibujar una visión de su potencial, pulir su carácter y aprender a amar el aprendizaje. Es una oportunidad de crecer como persona, como profesional, como miembro de una familia y como ciudadano. Esto quiere decir que el educador que así lo decida, puede hacer la diferencia en su salón de clases; independientemente del centro educativo.

Algunos docentes creen que hablar de estrategia competitiva es casi una traición a los grandes maestros como Sócrates, Jesús de Nazareth… ¿Qué les diría a los académicos que arrugan la cara cuando se les habla de marketing?  

Marketing es un término relativamente reciente de algo que siempre ha sido parte de la humanidad.  Si las ideas no se “venden” efectivamente, no habrá quienes las quieran para sí. Muchas de las grandes figuras de la humanidad hicieron “marketing” en el contexto de su época.  Podemos tener la mejor “oferta” (materias apasionantes, carreras prometedoras, programas de alto valor, etc.) pero si no generamos interés en los demás, simplemente no habrá energía tan siquiera para conocerla. 

Muchos jóvenes van a la escuela porque se supone que es lo que deberían hacer (por obligación). Si lográsemos que fuesen por convicción y entusiasmo, el impacto en su aprendizaje sería significativo. Soy creyente de que nadie enseña a nadie… las personas aprenden, si quieren.  Por lo tanto, es clave que quieran hacerlo.

Es de sabios aplicar la estrategia en todo esfuerzo en el que sea pertinente. Es inteligente ver la figura grande, identificar con claridad lo que buscamos y decidir (entre las múltiples opciones) cuáles utilizaremos para lograr nuestro propósito.  Definir una buena estrategia requiere empatía, dialogo y mucha disciplina intelectual; pero la diferencia que hace es gigantesca.